Y aquellos los de entonces...

Hoy, felizmente, me levanté, fui a entrenar y luego me dirigí hacia la oficina. Esperaba tranquilamente el colectivo que me lleva a mi destino, mientras repasaba algunos de los kanjis que vi el curso pasado.

Cuando por fin pasó la micro, me subí y le pagué la tarifa correspondiente al trayecto de Tlalnepantla a Gigante Echegaray: $5.50

No di ni un paso cuando escuché un tepiteño acento diciendo:

- Son seis pesoooooooos (agrego las 'o' para darle énfasis)
- No, son cinco cincuenta. Ahí está en la tarifa.
- Noooo, son seeeeeis
- Diario tomo el camión y...
- Que son seis pesoooooooooooooooos

Esta no es la primera ocasión que me sucede. Inmediatamente vienen a mi mente imágenes de cientos de Juan-Camaneyes con sus camisas blancas sucias, cadenas por todos lados, con aroma a corral y mirando hacia el frente, porque nunca te ven a la cara esos hijos mal paridos por una puta.

Entonces, después de que me interrumpió y me reclamó, saqué una moneda de un peso, se la di al pinche najayote que traía de ayudante, y al momento de que éste me devuelvió los 50 centavos, contuve mis impulsos de reír al mismo tiempo que recordé una frase que iba perfecta con la ocasión: "No, quédatelos, te hacen más falta a tí que a mí"

Escojí un lugar cerca de la puerta posterior y justo al sentarme, recordé otra frase de la película Night at the Museum, cuando Larry se pelea con el primate-roba-llaves y la estatua de Roosevelt, fungiendo como mediador, le pregunta al primero "¿Quién evolucionó?".

Como dice un amigo, los microbuseros son primates con el don del habla.

Mr. K